Ganadores segundo ciclo

LA NIÑA AVENTURERA

Érase una vez una niña de 8 años a la que le gustaba mucho viajar e investigar.

Un día bañándose Anne en el mar encontró una nota dentro de una botella, que decía: sigue todas las instrucciones y encontrarás un gran tesoro.

Debes encontrar un caballo marrón en el parque de los columpios, él te dirá dónde debes seguir buscando. A Anne le pareció divertido y lo siguió. Fue al parque y le costó mucho encontrarlo y al final se dio cuenta de que era el balancín y que tenía otra nota en la oreja que decía…

Anne decidió ir al museo que estaba a la vuelta de la esquina. Buscó y buscó y no encontró nada, ya se marchaba a su casa cuando vio una nota clavada en la puerta con una chincheta que decía… pon el DVD y estarás más cerca del tesoro.

Anne corrió hacía su casa y encendió la televisión; y allí apareció su amigo Luis que le repetía:

-¡Ven a mi casa!

-¡Ven a mi casa!

-Allí te espero

-¡Yo sé el secreto!

Anne corrió hacia la casa de su amigo y le pidió que le dijera dónde estaba el tesoro.

Luis le contestó con una sonrisa:

-¡Yo soy el tesoro!, porque tener un amigo es el mayor tesoro que puedes tener.

IDOYA MINGUO ROS ARA

 

EL LORO ROJO

Había una vez cinco niñas que se llamaban Paula, Itziar, Marta, Leire y Sandra. Eran muy amigas y jugaban todas juntas al baloncesto en el mismo equipo. A todas les gustaba mucho la música moderna, el deporte y salir los sábados a la ciudad para comprar chucherías y hablar de sus cosas. Su equipo llamado El loro rojo ganaba siempre los partidos. Paula jugaba de base y pasaba el balón cuando una compañera estaba sola. Sandra y Leire eran pivots y encestaba mucho debajo de canasta. Itziar y Marta eran aleros, corrían mucho por el campo y la especialidad de Itziar eran los triples. Tenían una mascota que los acompañaba a los partidos: era un precioso loro rojo de verdad que cuando metían canasta chillaba de alegría. El equipo contrario nunca les ganaban porque todas eran muy buenas encestando y jugaban como una piña. Todos los equipos se asustaban cuando tenían que jugar contra El loro rojo porque estaban seguras de que iban a perder. Pero un día en el colegio Marta y Paula se enfadaron. Marta le dejó las pinturas a su amiga Paula y cuando se las devolvió faltaba la pintura azul. Paula decía que ella no la había perdido pero Marta quería saber que había pasado con su pintura azul.

Ese mismo sábado el equipo perdió su primer partido. Como las dos niñas estaban enfadadas, Paula que era la base no le pasó el balón en todo el partido a Marta. Al perder el partido se echaban la culpa unas a otras. El pobre lorito no chilló mucho porque no metían canastas. Intentaban arreglarlo a lo largo de la semana, pero no lo consiguieron. Al final acabaron todas enfadadas. Al sábado siguiente volvieron a perder. Perdieron cuatro sábados seguidos y ya no quedaron primeras en la clasificación.

El loro estaba triste porque nadie le hacía carantoñas, se estaba olvidando gritar y las plumas estaban perdiendo el rojo tan bonito.

Como sabía imitar las voces de las cinco niñas tramó un plan.

Marcó el número de Paula y poniendo la voz de Marta le dijo que lo sentía mucho y que quería volver a ser su amiga. Paula jugó con ella en el recreo.

Marta se sorprendió al principio pero enseguida le dio dos besos.

También llamó a Itziar, Leire y a Sandra haciéndose pasar por una de las niñas.

Era final de curso y había un campeonato de baloncesto en el colegio. Jugaron mejor que nunca y quedaron las primeras.

El loro no paraba de chillar y revolotear. Todas le acariciaban al loro y las plumas se le pusieron rojo brillante. Estaba tan contento que empezó a hablar con las voces de las cinco niñas.

Cuando las chicas le oyeron se dieron cuenta de lo que había pasado. No les importó y aplaudieron a su loro por ser tan inteligente.

LUCÍA ZABAL VITORIA