Viaje a la luna

Yo siempre quise ser astronauta. Ni bombero, ni policía, ni futbolista, ni cartero. Lo único que quería era subirme a una nave espacialluna y llegar a la luna y desde allí mirar la tierra y gritar:

¡Hola terrícolas! ¡Os saludo desde la luna!

A lo mejor es que soy un poco lunático.

Pero claro, subir a la luna en una nave espacial es algo muy complicado. Total, que iba yo por la vida sin conseguir llegar a la luna, cuando, de repente, un día me encuentro con un montón de chatarra. Con un soldador empiezo a darle forma.

Total, que al final clavo aquí, tornillo allá, esto parece una nave espacial. ¿Conseguiré llegar a la luna?

Claro, que nave espacial parecía ¿pero cómo subiría?

Bueno, pues pensé: voy a ver si con un poco de pólvora y una mecha consigo que esto funcione. Así que lo coloco todo y allá voy.

Ese de dentro soy yo, si, j eje.

Prendo la mecha y… ¡Mira! ¡Que esto despega!

Y subo, subo y subo y salgo de la atmósfera. Sin darme cuenta atravieso el espacio y de un salto, a la luna he llegado.

Cuando salgo de la cápsula con mi traje espacial, me encuentro con unos hombrecillos pequeñazos y azulados, no verdes, como todo el mundo cree.

Estaban muy enfadados y me dicen:

– Defiéndete terrícola, que esta luna es nuestra.

Y corro y corro y corro y cuando se me acaba la luna de tanto correr, de repente, oigo que me llaman:

– ¡Javier! ¡Javier!

– ¿Estos lunícolas saben mi nombre? – me digo.

– ¡Javier! ¡Javier! Despiértate que tienes que ir al cole.

– ¿Eh? ¿Al cole? –pienso.

– ¡Javier! ¡Despierta!

¡Caramba! Si era un sueño –me despierto pensando.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y a la luna no he llegado.

 Javier Estévez —4º A