Clawdeen en el zoo

¡Hola! Me llamo Clawdeen Bominable Stein, aunque mis amigos y amigas me llaman Clawd. Soy una chica especial: tengo poderes. Pero,Clawdeen no es que me haya tomado uno de esos brebajes mágicos. ¡Qué va! Es que tengo un talismán: la Perla de las Transformaciones. Con ella me puedo transformar en cualquier cosa. Os voy a contar qué pasó cuando la usé por primera vez:

“Aquel día de verano hacía un calor tan sofocante que, en vez de desayunar huevo frito en la cocina ¡lo desayunamos en el jardín, friendo los huevos sobre las piedras decorativas! Justo cuando estábamos empezando, pasó una furgoneta con un anuncio: “Se inaugura un nuevo zoológico en la calle de las Sardinas de Pamplona”. Como estábamos aburridos, al oír el anuncio por megáfono se nos pusieron las orejas tiesas.

– Bueno, dije yo– Parece que hemos encontrado una manera de matar el tiempo.

Nos vestimos y nos encaminamos hacia el zoológico. Había una laaarga cola para entrar. ¡Para sacar las entradas, necesitamos media hora! Sin embargo, logramos entrar. Al hacerlo, se me escapó un “oooooooh” de la emoción. Dentro había toda clase de animales salvajes: jirafas, leones, tigres, rinocerontes, hipopótamos, etc. ¡Hasta había un mariposario!

Mi hermano pequeño saltaba de un lado para otro. ¡Saltó tanto que estuvo a punto de caerse a la piscina de los flamencos rosas!

Yo insistí en ir al delfinario porque me encantan los delfines. Estaba junto a otro hábitat: el de los pandas Lao-xin y Lao-chan. Entonces, vi a un hombre extraño.

El tipo tenía la cabeza grande, con forma de cacahuete. Tenía una mata de pelo liso y negro en la cabeza, y sus pequeños ojos negros no se veían porque llevaba puestas unas gafas de espejo. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue su acento ruso, no amable, sino frío, siseante y malvado.

-Perfecto-decía. – Avisaré a nuestro AEA. Todo debe estar listo para el geoelepee. Así eeseceapeaerreeemeoese del país sin dejar ni rastro. Espera… mejor hablar en un lugar más seguro.

Se dirigió a un almacén donde ponía “Privado”. Para averiguar todo esto me transformé rápidamente en hormiga y le seguí. Mientras lo hacía, pensaba:

-¿Qué será eso de geoelepee o lo de eeseceapeaerreeemeoese? ¡Ah, ya sé! Es un mensaje secreto. No se dicen las palabras, sino los nombres de las letras. Mmm… veamos… ¡Sería “golpe” y “escaparemos”! ¡Bandidos!

Entonces ocurrió algo extraño. Una extraña criatura le enfadó al tipo y este lo echó. Cuando la criatura estuvo más cerca, vi que era un animal rarísimo.

Tenía cabeza, cuello y alas de dragón. Sus patas y su cola eran de lobo y sus orejas de caballo. Era de color plata, pero los bordes de las patas, el cuerpo y la cola eran marrones. Sus alas, marrones y rosas, tenían una garra cada una. En la parte inferior de su cuello tenía una larga mata de pelo marrón y sus crines eran marrones, negras y naranjas.

El animal caminaba con pasos lentos y orgullosos. Estaba triste. Entonces me volví a convertir en persona y me interpuse en su camino.

-¿Quién eres? -le pregunté.

-Soy Láser. ¿Y tú?

-Clawdeen.

-¿Perteneces a esta asociación?

-No. ¿Qué traman? Si te haces mi amigo y aliado, te daré cobijo y comida.

-Quieren robar los animales, llevarlos al extranjero y hacerse ricos.

-Vale, ¿quién es AEA?

-Soy yo. Son las siglas de Agente Especial Alado.

-Mmm… vale. Déjame pensar en un plan. ¡No podemos dejar que los vendan!

Al instante, se me ocurrió una idea. Hacía días que había inventado las bombas de lava. Eran unas bombas pequeñas y redondas del tamaño de una pelota de tenis. Al estrellarse contra el suelo, soltaban un líquido aceitoso que atrapaba todo lo que encontraba a su paso, pero no lo engullía. Lo atrapado solo se podía soltar si se rociaba la mezcla con esplima de lava. Láser podría volar hasta el techo del refugio y soltar unas cuantas. Los bandidos quedarían apresados y serían arrestados por la policía. Le conté mi plan a Láser y aceptó.

Como siempre, llevaba conmigo varias bombas de lava y una botella de esplima de lava, todo salió genial. Después de soltar las bombas, los bandidos quedaron apresados y llamamos a la policía, que los arrestó.

Al parecer, llevaban seis años buscándolos. Además del tipo con cara de cacahuete, fueron arrestados otros doce. En total eran trece los arrestados y ya se sabe que el trece da mala suerte.

Láser fue aceptado por mi familia y, excepto él y yo, nadie supo que me había convertido en una hormiga.”

Victoria Gómez  — 6º B